“Recordar la vida, la historia… mi vida,
nuestra historia” se convierte en Don,
cuando he vivido mi vocación, con fidelidad, entrega y cercanía a los jóvenes.
Cuando
reconozco la presencia del Señor, en cada una de las acciones y me maravillo de
ello. Cuando la Virgen ha sido siempre mi Maestra y mi Guía. Cuando expreso con
seguridad que en todo me ha precedido el Señor. Cuando he vivido en una actitud
de apertura y disponibilidad al Señor, tanto en mareas altas como bajas.
Es importante recordar y documentar
nuestras historia, porque ella recopila las vivencias del carisma. Al
escribirla, se está escribiendo el carisma. Es la manera de actualizar en cada
momento el Da Mihi Animas, el “A ti te las confío” “Ella lo ha hecho todo”.
Hacer nuestro cada día, el mandato recibido de la Virgen: “Cuídalas, son mis
hijas” y del fundador: “Da Mihi Animas, Cetera tolle”.
Construir la memoria colectiva, a través de la
narración de las experiencias carismáticas, aún en diferentes contextos es continuar la memoria que pasó por Don Bosco y la legó a sus hijos.
Nuestra identidad como Hijas de María Auxiliadora nos viene de la asimilación del
carisma, expresado en las múltiples formas de nuestro ser y de nuestro actuar.
Por eso es importante hacer memoria y documentarla, sirve para
iluminar, orientar y fortalecer el carisma en el hoy, asumiendo la responsabilidad de entregarla a las
generaciones futuras.
- Es el testimonio vivido desde el inicio, hasta el presente.
- Es sentido de pertenencia y de gratitud, con la familia que nos ha acogido, en la que hemos concretizado el llamado vocacional.
El vivir con entusiasmo en el hoy, la
experiencia vivida por los fundadores, es el
regalo que nos hacemos entre nosotras y
hacemos a nuestra comunidad, a la
Inspectoría y al Instituto.
Si perdemos la memoria, corremos el riesgo
de perder nuestra identidad, lo que significa perder el horizonte de nuestras
vida, perder la razón de ser en la memoria colectiva. Sería desaparecer y
haberle fallado a Dios y a los jóvenes.
Esta reflexión nos compromete a cuestionar
nuestro ser y hacer. A tomar en nuestras manos todos los recursos que tenemos a
favor de nuestra vocación y vivirlos.
Eso queremos compartir desde nuestra pobre y rica experiencia:
Sor Mercedes Montoya, Sor Mercedes Mondragón, Sor Ligia Larios y Sor Erlinda Cuadra.
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