lunes, 25 de marzo de 2013

Recordar la vida y la historia es un Don compartido



“Recordar la vida, la historia… mi vida, nuestra historia” se convierte en  Don, cuando he vivido mi vocación, con fidelidad, entrega y cercanía a los jóvenes. 


Cuando reconozco la presencia del Señor, en cada una de las acciones y me maravillo de ello. Cuando la Virgen ha sido siempre mi Maestra y mi Guía. Cuando expreso con seguridad que en todo me ha precedido el Señor. Cuando he vivido en una actitud de apertura y disponibilidad al Señor, tanto en mareas altas como bajas.


Es importante recordar y documentar nuestras historia, porque ella recopila las vivencias del carisma. Al escribirla, se está escribiendo el carisma. Es la manera de actualizar en cada momento el Da Mihi Animas, el “A ti te las confío” “Ella lo ha hecho todo”. Hacer nuestro cada día, el mandato recibido de la Virgen: “Cuídalas, son mis hijas” y del fundador: “Da Mihi Animas, Cetera tolle”.


Construir la memoria colectiva, a través de la narración de las experiencias carismáticas, aún en diferentes contextos es continuar la memoria que pasó por Don Bosco y la legó a sus hijos.


Nuestra identidad como Hijas de María Auxiliadora nos viene de la asimilación del carisma, expresado en las múltiples formas de nuestro ser y de nuestro actuar. 


Por eso es importante hacer memoria y documentarla, sirve para iluminar, orientar y fortalecer el carisma en el hoy, asumiendo  la responsabilidad de entregarla a las generaciones futuras. 

  • Es el testimonio vivido desde el inicio, hasta el presente. 
  • Es sentido de pertenencia y de gratitud, con la familia que nos ha acogido, en la que hemos concretizado el llamado vocacional.

El vivir con entusiasmo en el hoy, la experiencia vivida por los fundadores, es el  regalo que nos hacemos entre nosotras y  hacemos a nuestra comunidad, a la  Inspectoría  y al Instituto.


Si perdemos la memoria, corremos el riesgo de perder nuestra identidad, lo que significa perder el horizonte de nuestras vida, perder la razón de ser en la memoria colectiva. Sería desaparecer y haberle fallado a Dios y a los jóvenes.


Esta reflexión nos compromete a cuestionar nuestro ser y hacer. A tomar en nuestras manos todos los recursos que tenemos a favor de nuestra vocación y  vivirlos.

Eso queremos compartir desde nuestra pobre y rica experiencia:
Sor Mercedes Montoya, Sor Mercedes Mondragón, Sor Ligia Larios y Sor Erlinda Cuadra. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario