Entre los años 1989 y 1990 siendo Hermana Provincial Sor Ana Isabel
Campos fue trasladado el cuerpo de Sor Maria Romero del Cementerio
General, donde esta una de lals tumbas de las FMA llama, desde su fundacion
"la casa de la Virgen".
Fue un acontecimiento grandioso. Estaban muchas Hijas de
María Auxiliadora, todos los amigos de Sor Maria Romero, ex-alumnas y
muchas personas más.
Recuerdo que un hombre que estaba en la calle me dijo:
"pero este entierro va al revés" y yo le respondi: "exactamente
va al revés.
(por que en lugar de ir hacia el cementerio, salía del cementerio hacia la casa de la Virgen)
Hubo música, mucha alegría. Era realmente un bello
acontecimiento. -Tengo que contar que yo conoci a Sor Maria Romero desde el año
1959 cuando entre al Aspirantado a la edad de 13 años .
Como Dios me había dotado de muy buena voz, por su
bondad, ella me escogió para que le ayudara en el coro, para
preparar todas las fiestas litúrgicas. Me dijo: "usted haga las
voces raras y yo hago la voz del pueblo".
Disfruté de su bella amistad desde mi entrada al
Instituto, hasta su muerte. La pude ver también cuando fue a Italia,
y la acompañé alguna vez. Cuando murió, el 7-7-77 yo estaba en Costa Rica
y la recibí en el aeropuerto de la Sabana.
Estuve en el entierro donde me sucedió algo
singular. Ibamos todas las Hermanas detrás del féretro y pasó delante del
colegio María Auxiliadora, frente al parque, lugar que en ese tiempo era una
plazoleta donde Sor María reunía a los miles de niños y niñas de los oratorios
de los alrededores de San José para el mes de mayo y festejar a la Reina.
Allí
siempre me daba el micrófono para que cantara con los niños y niñas y siempre
enpezábamos con el mismo canto: "Viva la Virgen
Auxiliadora".
El Sacerdote que dirigía el entierro no sabía nada de eso,
porque yo ni lo conocía, pero exactamente pasando Sor María por ese lugar
él me dio el micrófono y me dijo a mí: "entone: Viva la
Virgen Auxiliadora" .
Yo sentí un nudo en la garganta,
pero me sobre puse y entoné delante del féretro ese canto tan querido por ella.
Me sentí realmente privilegiada y le dije a ella: "gracias por darme la
oportunidad de volver a entonar esa alabanza de la Virgen frente a ti".
Todo eso lo reviví cuando llevamos los restos de Sor María y
ahora que lo estoy narrando.
Que bello relato, me encanto esto que hicieron con estas maravillosas mujeres, sus experiencias nos dan un plus a nuestra vida, admiro a mi tía Sor Carmen, por su fortaleza y esa sonrisa que la caracterizaba.
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