jueves, 22 de agosto de 2013

Sor Lía Magarotto


En mis primeros años de vida religiosa, aquí en América Central, tanto en casa Provincial Sacro Cuore como en Alajuela, las hermanas eran estupendas. Palpé que se vivía el Espíritu de familia al estilo mornesino:  sencillez, alegría, espíritu de piedad y de sacrificio a toda prueba.  Pronto me involucré también yo porque veía que todo eso se reflejaba en la labor con las niñas.
Las hermanas amaban a las niñas y las niñas correspondían gozosas a ese amor, tanto en la casa provincial con las pequeñas, como en Alajuela, cuando la obediencia me mandó allí con las internas.  Las niñas eran el centro de ala atención.  Así mismo con las oratorianas los domingos.
Cada recreo tenía su sorpresa, su inventiva y premio para las que más participaban en la catequesis.
¡Cómo recuerdo esas queridas hermanas! Una Sor Marina Chaves, Sor Berta Acosta, Madre Decima Rocca, Sor Carmela Area, Sor Siria Ambrogini, Sor Alicia Serrano, Sor Roxana Umaña, Sor Cecilia Guillén, Sor Estela Babún y muchas otras.
Me viene de decir como Madre Enriqueta Sorbone: “Cómo era linda la vida!”
Y brotaron las vocaciones para nosotras y para otros institutos y las que se quedaron en el mundo formaron familias cristianas conservándose buenas exalumnas muy adictas a nosotras, cuando me ven continúan gritando:  ¿Quién es la causa de nuestra alegría? (y ellas mismas responden) – “Sor Lía”!  ¿Quién es la causa de nuestro alboroto? – Sor Lía Magarotto!

Ahora ya Alajuela no existe: primero porque ya en los pueblos tienen sus colegios, luego porque el terremoto acabó de destruirlo.  También la Casa provincial Sacro Cuore ha tenido su transformación… Pero en forma diferente seguimos construyendo el Reino de Dios en los corazones juveniles.

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